Variables de evolución/recuperación en daño cerebral adquirido

Hay múltiples variables a tener en cuenta en el proceso de rehabilitación y evolución del paciente con daño cerebral adquirido. Hay algunas de ellas, como por ejemplo, las variables propias del paciente o de la lesión, como la edad, el género, la inteligencia premórbida o la localización de la lesión, sobre las que no podemos actuar. Sin embargo, hay un conjunto de variables como el estado físico, el estado nutricional, estrategias de afrontamiento o compensación, entre otras, sobre las que sí podemos incidir y mejorar en el proceso de rehabilitación.

Debemos valorar los aspectos de la lesión, como su naturaleza, extensión y localización puesto que las dificultades serán distintas si la lesión se encuentra en el hemisferio derecho, izquierdo o si se trata de una lesión difusa, si es cortical o subcortical, si es traumática o vascular, si es abierta o no, etc. Esto determinará el perfil clínico y el tipo de intervención. También debemos tener en cuenta la gravedad de la lesión (medida, generalmente, mediante la escala de Glasgow, la duración del coma y la duración de la APT) las complicaciones médicas (aumento de la PIC,…) y el tiempo transcurrido desde la lesión hasta el momento de la exploración, que nos permitirá valorar la cronicidad de algunas dificultades.

Las variables del sujeto, como por ejemplo la edad, el sexo o el nivel de escolarización se han de tener en cuenta en pacientes con DCA. Se ha observado que un mayor nivel educativo previo (habilidades, recursos cognitivos…) aumenta la probabilidad de uso de estrategias alternativas y de compensación por parte de el paciente.

La edad ha sido una variable muy estudiada. Parece ser que con el aumento de la edad también aumenta el riesgo de padecer secuelas físicas y neuropsicológicas a largo plazo. Se considera que una persona se recuperará mejor de una lesión cuando ésta se da en edades más tempranas (Principio de Kennard) aunque también debería considerarse la dificultad que supone una lesión temprana en el desarrollo del niño. La relación entre recuperación y edad es muy compleja y parece no ser lineal, de manera que no siempre es mejor cuánto más precoz.

Es importante tener en cuenta el sexo del paciente debido a algunas diferencias como la influencia hormonal en el funcionamiento cerebral o las diferencias en la lateralización de las funciones verbales y visuoespaciales. Podemos añadir a estas variables la reserva cognitiva del paciente, la genética, enfermedades médicas, la preferéncia manual o lateralidad, la lengua materna, etc.

La personalidad previa del paciente, siempre y cuando no se vea afectada por la localización o gravedad de la lesión, es un aspecto muy influyente en el proceso de rehabilitación. Puede determinar el grado de implicación en el proceso rehabilitador, la motivación, la aceptación y el nivel de conciencia de las dificultades, etc. Una lesión también puede exacerbar rasgos de la personalidad previa que ya eran desadaptativos, de manera que aumenta la probabilidad de presentar trastornos comportamentales y/o emocionales que interfieran de forma negativa en el proceso rehabilitador.

La familia y el apoyo social son factores que han de valorarse y considerarse. Los familiares pueden pasar más horas con el paciente que las que se ofrecen en los centros o programas de rehabilitación, pueden estar más motivados y pueden ayudar a llevar a cabo ejercicios y entrenamientos de rehabilitación que requieren un esfuerzo y repetición por un largo plazo. La familia puede suponer un apoyo activo y una gran ayuda en la rehabilitación del paciente. También otros grupos, como las asociaciones de afectados y familiares, constituyen una ayuda en este sentido.

Es interesante explorar el clima familiar, la historia previa, los roles, la comunicación, la información que tienen familiares y allegados… de manera que podamos detectar aquellas señales que nos informen de las necesidades de intervención en la familia para optimizar en la medida de lo posible el proceso de rehabilitación.

La integración laboral del paciente también supone un cambio en la calidad de vida del mismo ya que supone una mayor integración social y se relaciona con la autoestima y la satisfacción personal.

El equipo rehabilitador también tiene un peso importante en el proceso. Hay muchas variables inherentes al equipo que van a influenciar el proceso, como por ejemplo el nivel de conocimientos, la motivación, variables de personalidad de cada miembro del equipo, el “feeling” que establezca cada miembro con el paciente, el nivel de comunicación del equipo, etc.

El estado físico del paciente también marcará de alguna forma el ritmo de la rehabilitación, teniendo en cuenta aspectos como los problemas motores, debilidad, complicaciones médicas que requieran reposo en cama, espasticidad, etc.

Otras variables que van a influir en el progreso del paciente son las de tipo económico, que afectarán al tipo de tratamiento rehabilitador al que van a tener acceso, así como probablemente a la intensidad y duración del mismo. También va a depender de la economía, en cierto grado, el nivel de autonomía al que podrá llegar el paciente si tenemos en cuenta la necesidad de adaptar el hogar o residencia habitual del paciente o hacerse con nuevos objetos adaptados que le permitan a éste llevar a cabo actividades de la vida diaria por si mismo.

Finalmente, hemos de tener en cuenta que aunque estos aspectos se expongan por separado cada caso contará con la interacción de ellos de forma idiosincrásica.

Bibliografía

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