«Érase una vez Candy y Dan.
Todo era muy acalorado aquel año.
La cera se derretía en los árboles.
Él se subía a los balcones, se subía a todo, hacía lo que fuera por ella. Pobre Dany.
Miles de pajarillos adornaban su cabello, todo era dorado.
Una noche la cama ardió.
Él era guapo y un delincuente muy bueno.
Vivíamos a base de sol y chocolate.
La tarde era de un placer extravagante.
Dany el intrépido, dónde se perdió.
Los últimos rayos de sol del día cruzaban como tiburones.
Ésta vez quiero probarlo a tu manera.
Irrumpiste en mi vida y me gustó, nos revolcamos en el fango de nuestra felicidad.
Yo estaba empapada de rendición.
Entonces hubo una separación de las cosas y la tierra se quedó a oscuras, eso es lo que buscamos.
Contigo en mi interior se produce el matrimonio de la muerte.
Jamás volveré a dormir.
El monstruo en la piscina.
Está en la naturaleza del perro ladrar a gatos y a pollos y a todo lo que se mueva.
Mira por todas partes, a veces te detesto. Durante mucho tiempo.
Viernes.
No era esa mi intención.
Madre de la tristeza.
Ángel de la tormenta.
Has dicho cosas, prometiste, apuntaste al cielo.
Demanda, oferta.
Mírame, dónde estabas tú cuando todo se fastidió.
Con los pájaros, vete volando a otra parte.
Jodidamente, ja.
Eres muy divertido Dan.
Un jarrón de flores junto a la cama, te hice una brecha en la cabeza.
Sobre la espalda de la cama.
Pero el bebé murió por la mañana y tú viniste, su nombre era Thomas.
Pobre Jesusito, su corazón late como un tambor de Budú.»
Candy (2006)
Niel Armfield, Luke Davies.