Se llama speedball a la combinación en la misma jeringa de heroína y cocaína, para ser administrada vía intravenosa.
La cocaína es un fuerte estimulante del sistema nervioso central.
Es gratificante, activa, incrementa la vigilia, la fuerza muscular, el metabolismo, la atención y la interacción social. Inhibe el hambre.
Hace que vayas pasado de vueltas. La cocaína por vía intravenosa es altamente adictiva.
La heroína, por su lado, es un fuerte depresor del sistema nervioso central.
Produce sedación, somnolencia y apatía (entre muchas otras cosas). La heroína, además, es una de las drogas con mayor capacidad para generar dependencia.
La venta de ambas drogas es ilegal y frecuentemente son cortadas y mezcladas con otras sustancias que pueden ir desde el paracetamol a la tiza, pasando por el azúcar, la sacarina o la lactosa. La forma en que se haya adulterado la droga puede poner en grave riesgo de muerte al consumidor (ya no digamos que pone su salud en riesgo).
Ambas drogas son potencialmente alucinógenas y pueden inducir estados psicóticos con alucinaciones e ideas delirantes y estados de confusión.
No siempre estos estados son reversibles.
Además, el consumo a largo plazo suele conllevar alteraciones del estado de ánimo, típicamente depresión.
En fin, que si tanto una droga como la otra por separado son muy destructivas, solo nos faltaba juntarlas.
Imaginemos que nos puede hacer éste cóctel explosivo en nuestro delicado centro de mando (cerebro).